Quiero hablarte en este artículo acerca de la manera en la que nos relacionamos con nuestro cuerpo, pues es una parte fundamental de nuestra salud el cuidarlo, amarlo y comprenderlo.
Pero antes de iniciar esta exposición sobre el cuerpo, quisiera pedirte que por favor pensaras en algo antes. ¿Alguna vez te has preguntado cuáles son los componentes esenciales de una persona? En nuestra cultura nos referimos habitualmente a las siguientes partes fundamentales: cuerpo, mente y alma/ espíritu.
Cuando explicamos nuestras experiencias, solemos dar por hecho que estos componentes se interconectan, pero que también tienen su propia manera de funcionar. Como verás a continuación, en las distintas épocas las culturas han ido definiendo de maneras muy interesantes cuáles son los componentes de una persona.
Un poco de historia sobre nuestra concepción del cuerpo
En nuestra cultura occidental durante milenios se habló del binomio alma- cuerpo; y, en los últimos siglos, del binomio mente- cuerpo. Ambas premisas nacieron en Europa y se exportaron por todo el mundo como parte de la dominación colonialista.
En los dos binomios mencionados se suele considerar al cuerpo como nuestra parte material, animal o biológica. Según las raíces judeocristianas de nuestra cultura, el cuerpo se ha entendido como algo que hay que domar, dominar y domesticar para controlar los apetitos físicos y lograr que el alma trascienda a otra realidad más allá de la muerte en la cual será eterna. ¿No es cierto?
Si bien el cristianismo guarda mucha sabiduría en muchos aspectos, es importante observar que durante los siete siglos en los cuales dominó la Inquisición cristiana nuestra cultura, se pensaba que el cuerpo, por sentir placer físico, era más cercano al pecado y a lo demoníaco. En oposición el alma debía salvarse para alcanzar la eternidad al evadir a toda costa los placeres pecaminosos. Son muy conocidas todas las maneras en las cuales en esa extensa época se buscaba la negación de las necesidades corporales y se llegó a crear sistemas para castigar o mortificar al cuerpo. Justo en el momento histórico actual podemos notar un retorno a ese tipo de planteamientos por parte de algunos grupos religiosos y es importante que lo notemos claramente, pues en realidad muchas algunas viven todavía como si estuviéramos en tiempos de la Inquisición.
Por su parte, el movimiento racionalista en las ciencias también ha menospreciado al cuerpo, al considerar que la mente constituye nuestra instancia ejecutiva, siendo capaz de manifestar una inteligencia superior a los instintos y a todo lo que el cuerpo expresa. Desde esta perspectiva positivista de la ciencia, esto es justo lo que nos diferencia de los animales, percibidos como inferiores en capacidades intelectuales.
Necesitamos tomar conciencia de que tanto el argumento religioso como el científico se utilizaron en conjunto durante al menos cinco milenios para categorizar a las mujeres, los niños/as y las etnias no occidentales como inferiores por estar supuestamente más supeditados a los mandatos del cuerpo y las emociones. Así se les consideraba poco evolucionados o primitivos en comparación con los hombres europeos blancos, que ocupaban según estas ideas discriminatorias, el ejemplo máximo de semejanza a Dios y el ideal de civilización. Por supuesto, estas posiciones justificaron la dominación europea y anglosajona en su mandato imperialista de evangelizar y "civilizar" al mundo. Actualmente, esos planteamientos todavía están vivos y se reproducen día a día a través de muchas formas de neocolonialismo, sexismo, adultocentrismo, racismo, homofobia y otras evidentes formas de discriminación.
Por supuesto, todo esto ha tenido importantes repercusiones culturales en la manera en que nos relacionamos con nuestro cuerpo hoy, así como en los modelos de lo humano y de la salud que se han construido a través del tiempo.
Algunas palabras sobre el alma y el espíritu
Además de los binomios descritos de la constitución básica de las personas, existen en nuestra cultura también fórmulas tripartitas que incluyen el cuerpo, la mente y el alma. En algunas escuelas de pensamiento, se agrega un elemento más, el espíritu, como una entidad distinta al alma. Como te mencionaba en el artículo sobre la Psique, en realidad esto es muy complejo, pues se trata de construcciones abstractas que hemos hecho. Me gusta pensar con humildad científica que se trata de aproximaciones, pues no podemos asegurar que tengamos efectivamente todas estas divisiones en nuestro ser.
Quiero referirte algunos ejemplos extraordinarios de propuestas de composición del individuo, para mostrarte que existen muchas perspectivas en culturas que no son conocidas por nosotros/as y han llegado a sus propias conclusiones fascinantes.
En algunas escuelas filosóficas de la India como el yoga, por ejemplo, se habla de una composición de siete cuerpos energéticos: físico, etérico, emocional, mental inferior (que sería lo que para nuestra cultura es la mente racional y lógica), astral, intuitivo y causal (o espiritual). ¿Te imaginas tantos cuerpos en uno solo? Es definitivamente una propuesta desafiante. Según esta idea, estos cuerpos se encuentran colocados a manera de capas concéntricas y tienen la forma total de un huevo, pero de tamaño muy impresionante, pues se llega a alcanzar hasta a 3 metros más de la altura que observamos en alguien.
Más cerquita, aunque lamentablemente desconocida para la mayoría, en la cosmovisión Bribrí1 en Costa Rica se habla de dos almas, una que reside en el ojo derecho y otra en el ojo izquierdo, las cuales tienen funciones distintas durante la vida y, después de la muerte también tienen destinos diferentes. Una se queda un tiempo en la tierra, a veces molestando y asustando a la gente, hasta que se extingue. Mientras, la otra alma inicia su viaje para intentar llegar a Surakaska (el mundo de las almas), pasa muchas pruebas para lograrlo en las cuales van a ser decisivos los méritos que ha ganado a través de las acciones efectuadas en vida, de acuerdo a las reglas fundamentales que tiene la cultura Bribrí, como el respeto a la Naturaleza y a las personas.
Otro dato interesante es que en la cultura Bribrí, los atributos que en Occidente se atribuyen al corazón como centro de las emociones y sentimientos, son asignados al hígado. Por eso se dice en lengua Bribrí: “Te amo con el hígado”. Es enriquecedor aprender de las visiones del mundo de otras culturas distintas a la nuestra, con las cuales convivimos.
Todo esto que te he expuesto hasta el momento es con el fin de ofrecerte algunos antecedentes y referentes vitales para retar a tu imaginación y que podamos comprender que en la actualidad coexistimos personas y grupos con muy distintas concepciones de lo que significa lo humano, y en particular nuestro cuerpo. Uno de mis objetivos más grandes con esta página web es que mis lectores y lectoras sean personas cada vez más cultas en el cuidado de su Salud Mental.
El cuerpo protagonista de este artículo
Como planteé en "La Misteriosa Psique", en la Psicología hemos desarrollado instrumentos de investigación cuantitativos y cualitativos que intentan seguir lineamientos científicos para acercarnos al funcionamiento de la Psique. Desde mi punto de vista, es muy difícil hacer una división tajante entre los componentes de nuestro ser, pues somos una unidad maravillosamente compleja e intrincada. No obstante, es un reto fascinante y necesario para nuestra salud tratar de comprender el lenguaje del cuerpo.
Recapitulando todo lo que hemos visto hasta el momento, quisiera que notaras que en todos los modelos de los componentes de lo humano que te he presentado, se coincide en que indudablemente existe el cuerpo, aunque se le conciba de maneras muy distintas. El cuerpo es nuestra base biológica y material.
Me gusta decirles a mis pacientes que el cuerpo es la representación más digna de nuestro ser en el mundo físico y, que todo lo que le sucede en él tiene que ver con nuestro estado de ánimo y salud en general.
Debo confesar que es hasta los últimos tiempos que yo personalmente he logrado una relación verdaderamente sana con mi cuerpo. Ahora entiendo que el dolor por situaciones traumáticas que viví no me permitía cuidar, amar y comprender mi cuerpo como él siempre lo ha merecido. Tuve que sanar muchas experiencias y pasar por algunos sustos de muerte- que después te confiaré-, para escuchar y valorar el lenguaje tan original de mi cuerpo.
Poner atención a nuestro cuerpo es fundamental para saber cómo estamos. En mi vida diaria, trato de tomar conciencia en esos momentos en los cuales me gana la impaciencia o el estrés, y comienzo a moverme rápidamente, chocando con objetos o golpeándome descuidadamente las manos u otras partes del cuerpo contra el mundo, como si el tiempo estuviera descompasado entre la realidad externa, y las exigencias propias y sociales de mi mente. Cuando esto pasa, trato de observarme y calmarme para anclarme al tiempo presente y así, establecer prioridades de manera en que no vaya a tener un accidente por andar en tales carreras.
En este punto, voy a agregar algo que podría parecerte extraño, pero que nos resulta esencial de entender: para nuestra mente no es tan sencillo comprender al cuerpo. Según los preceptos de nuestra cultura, sentimos que obviamente “somos” nuestro cuerpo y también que “tenemos” un cuerpo, el cual muchas veces se nos sale de control, cuando enfermamos o nos desborda una emoción.
Al respecto, se encuentran múltiples testimonios cercanos y muy relevantes por parte de quienes hemos experimentado los síntomas físicos de las crisis de ansiedad o de pánico. También tienen mucho que aportar las personas que han sufrido de síntomas que llamamos "psicosomáticos" (malestares corporales vinculados a emociones alteradas por situaciones de la vida) o quienes han intentado durante décadas cambiar su peso corporal o dejar un hábito adictivo sin lograrlo.
Existe una milenaria y famosa metáfora en la cual nuestro cuerpo es representado como el caballo que tira de un coche en el cual vamos montados/as. Existen diferentes versiones de esta imagen según las cuales los elementos del cochero, la carroza, el pasajero y hasta las riendas, representan los diferentes componentes de nuestro ser. En la mayoría de ellas, nuestro brioso y poderoso cuerpo es simbolizado por el caballo.
Me entusiasma de verdad pensar en el cuerpo como un caballo, un animal que desde niña me ha dejado deslumbrada por su fuerza, lealtad, belleza y comunicación especial con los seres humanos. Sentirlo así me ha ayudado mucho a respetarlo, escucharlo y cuidarlo. Siento también que, como cuerpo humano con sus características, tiene su propia manera de ser brillante en las soluciones que encuentra constantemente.
Como te decía, para nuestra mente no es fácil comprender al cuerpo, pues mientras ella desea que todo suceda ya inmediatamente, el cuerpo requiere objetivamente de tiempo para mostrar resultados y desempeñarse en el mundo físico. Por eso, muchas veces las personas desesperan y ven a su cuerpo como un ente desconocido y enigmático, que incluso se puede ser temido, percibido con fría distancia, o sentido como si fuera un ente que se gobierna a sí mismo en seguimiento a sus apetitos.
A manera de ilustración, es llamativo observar que muchos hombres y algunas mujeres perciben que sus deseos sexuales y la necesidad física de experimentar placer sexual son tan poderosos que les gobiernan, muy a menudo con múltiples consecuencias negativas en su salud, relaciones interpersonales y paz mental.


